A ritmo de Zonker
Una vez resumido el origen de la obra cumbre de AW Electronics/Taskset Ltd. -su única recreativa comercializada-, volvamos al foso, volvamos a The Pit. Después de presenciar una pantalla de presentación nada esperanzadora -por aquello del dramático contraste de colores-, llega el momento de bajar de la nave. Hay que reconocer que las sensaciones iniciales no son demasiado agobiantes, si exceptuamos los inquietantes saltos de una extraña criatura cercana a nuestra posición y los sonidos del astronauta/explorador al desplazarse excavando, el escenario hasta transmite tranquilidad, al menos durante unos segundos… Pero pronto aparece el auténtico corazón del juego, el metrónomo de nuestro destino, un tanque llamado Zonker (o Taito, o Zilec, segun versión) y de su interior comienzan a desfilar robots. Pero eso no es lo peor. Cada disparo suyo, como una especie de latido o cuenta atrás mortal, comienza a destruir, poco a poco, la montaña que le separa de nuestra querida nave. Como habréis podido imaginar, ese es el tiempo que nos queda para recoger los grandes tesoros del escenario y volver a nuestro vehículo antes de que despegue para evitar el fuego enemigo. Aproximadamente entre minuto y minuto y medio, según versión y dificultad elegida. Tranquilos, hay tiempo de sobra.
Una vez asumida la cuenta atrás y percibida como sonido de fondo durante la partida, tendremos que centrarnos en la misión para la que hemos aterrizado en el planeta prohibido. En la cámara del tesoro situada en la parte inferior de la pantalla hay tres grandes tesoros, nuestro objetivo es hacernos con al menos uno de ellos y regresar a la nave antes de que los disparos amenacen su integridad. Es en este proceso de acceso a la cámara, recogida de tesoros y huida donde intervienen el resto de factores. El primero a tener en cuenta es que tendremos que avanzar excavando, casi en su totalidad, por el escenario. Segundo factor, ser rápidos a la hora de excavar debajo de las grandes rocas o nos aplastarán sin remisión, acompañadas de una simpática secuencia. Tercero, posicionarnos en zonas con suficiente amplitud horizontal para poder abatir a los robots con nuestro láser, ya que es imposible disparar hacia arriba o hacia abajo.
Estos son los factores básicos para aguantar con vida el tiempo suficiente en el pequeño pero diabólico entramado gráfico de The Pit. Pero hay más, analicemos los más originales, los que quedan para siempre en nuestra memoria, y los que hacen de este dig’em-up -perdonad por llamar así al género, no volverá a ocurrir-, algo realmente especial y único para aquel año 1982. Cuarto factor, la cámara del tesoro, donde nada más entrar comenzarán a caer sobre nosotros -de forma supuestamente aleatoria- grandes flechas-trampa, o pesas-trampa según versión, mientras intentamos recoger las tres grandes joyas de su interior. Otro problema añadido a la hora de escapar de esta cámara mortal es que tendremos que ser bastante hábiles a la hora de salir por alguno de sus extremos, ya que el control del personaje es algo impreciso y en los espacios de reducidas dimensiones podemos quedar atascados por tan solo un píxel de altura mal calculado mientras llueven flechas sobre nosotros. Un buen detalle de desarrollo es que podemos entrar o salir por cualquiera de los dos extremos de la cámara.
Quinto y último factor, que además proporciona su nombre al juego, el foso, auténtico momento cumbre de la partida. Una vez conseguido al menos uno de los tres grandes tesoros/joyas de la cámara -hay otras cuatro gemas de menor valor repartidas por el mapeado que sirven para sumar puntos y bonus-, «solo» nos queda regresar a la nave… Pero no va resultar tan fácil, en ese instante de la partida el tanque seguirá martilleando tus oídos, los robots estarán ocupando zonas candentes del mapeado para entorpecer tu huida y además, tendremos que cruzar un foso con un puente/suelo retráctil. Esto quiere decir que nada más pisar su superficie el suelo comenzará a desaparecer a generosa velocidad bajo nuestros pies, y lo peor de todo es que tendremos que encajarnos pixel perfect en la apertura superior para salir vivos del maldito foso. Afortunadamente la criatura saltarina tan solo está ahí para distraer. Con un poco de práctica/habilidad y nervios de acero, abandonaréis el foso con vida y unos pocos píxeles más allá os espera vuestra nave. ¡Enhorabuena! os habéis merecido una escueta pantalla de felicitación. Es momento de volver a la cámara del tesoro una vez más…